Me pregunté como sería vivir con una matriz energética no “derrochadora”. Afortunadamente no fui el primero y pude encontrar gente que ya estaba transitando ese camino. El movimiento de ecovillas algo ha experimentado en todos los años que lleva de vida y nos encontramos un día recorriendo Gaia en Navarro (www.gaia.org.ar). Después de ver un poco la tecnología aplicada y ante la pregunta sobre que era lo más difícil de vivir en una propuesta de ese tipo, Gustavo Ramirez dijo algo así como “lo más difícil es el trabajo interior que hay que hacer. No es fácil estar con uno mismo todo el tiempo y de esta manera”.
Tampoco va a ser fácil convivir si cuando alguien deja una luz encendida o una canilla o ventana abierta eso termina perjudicando seriamente y de forma tangible e inmediata a todos. Y estas son las cosas que me pasan todos los días en mi casa y generan discusiones, peleas y desencantos. ¿Cómo hacer para mejorar esto? Y ahí decidí continuar y profundizar una búsqueda que tiene que ver con el consenso. La mayoría de la bibliografía sobre consenso remite al consenso de Washington o alguna otra forma de las naciones poderosas de ponerse de acuerdo para no molestarse tanto, aunque sea a costa del sufrimiento de los no poderosos. Una especie de “entre bueyes no hay cornadas”. Pero no encontré mucho que hablara de cómo hacen dos personas para ponerse de acuerdo en algo. O en todo caso lo que encontré sobre esto tenía que ver con liderazgo y con el poder, y cuando no el autoritarismo, metido en el medio.
Poco a poco me convencí que el cambio global respecto de la matriz energética y de los efectos del calentamiento global representará un desafío extraordinario a nuestra capacidad, como seres conscientes, de lograr consensos. Y me parece además que esto además de una amenaza puede ser transformado en una oportunidad: la oportunidad de gestar una manera distinta de relacionarnos. Afortunadamente también pude ver que ya hay otros yendo por ese camino, pero eso es otra historia.
Jorge